miércoles, 29 de abril de 2009

13/09 - PENSIONES, COMUNES Y ESPECIALES

13-9

Pensiones, sí, pero no comunes y especiales

Las aguas bajan revueltas, José María –me dice mi amigo Polidoro, que entra en mi cuarto de trabajo, llevando varios recortes del periódico E.M. en la mano-.
Todos los recortes son de ese diario, siempre el mismo, al que está suscrito; antes, Polidoro, fue lector de otro famoso diario abecedario, que dejó de frecuentar ante la obsesión de un antiguo director, empeñado en hacer creer a sus lectores que las personas de sangre real, aunque no fuesen reyes, y aunque además viviesen en el exilio –voluntario o no, que eso no importa-, no hacían pipí, como el resto de los mortales, sino agua bendita. Se pasaba, el hombre. Y perdía lectores, claro, por lo menos del gremio de los librepensadores. Los fanatismos, periodísticos o políticos, incluso filosóficos, no fueron buenos jamás.
Lo lamentable de las acotaciones que me trae Polidoro, es que casi siempre huelen a cuerno quemado, quiero decir que –aunque verdaderas las noticias-, tienen poco de agradables y menos de tranquilizadoras, por lo menos en cuanto erosionan el ideal humano que uno tiene forjado en la mente, esa utópica idea de que los hombres todos, sin excepción, “toos son güenos”, o debiéremos serlo.
Los recortes que hoy me trae, corresponden a los diarios del 16 y del 18-4-9. Uno de ellos habla de que un «ponente del Tribunal de Cuentas, el socialista y ex diputado Ciriaco de Vicente, considera escandaloso que hasta 237 directivos de esas ocho Mutuas (de Trabajo), recibieran (supongo que en el pasado año) retribuciones anuales de 111.000 euros como media, (18.500.000 pesetas/año = 1.550.000 ptas/mes, en números redondos), superiores a las del presidente del Gobierno». Por todo ello, afirma ese ponente, «el Tribunal de Cuentas urge al Gobierno una reforma legal para controlar más las Mutuas». Me recuerda esto aquel estribillo de que; “el controlador que las controle, buen controlador será”.
También me recuerdan esas cifras, aunque no lleguen, ni mucho menos, las cantidades percibidas por los directivos –presidente y consejeros- de ciertas entidades de crédito, de que hablaba yo en comentarios anteriores. Son dos pequeñas –bueno, eso es un decir-, muestras del desaforado culto al dinero que se da entre nosotros, los hombres, donde se viene a confundir lamentablemente lo que se cobra con lo que honradamente se gana. Y cuidado que son conceptos dispares, que nada tienen que ver el uno con el otro.
Esas mutuas de que habla Ciriaco de Vicente, socialista de pro, pueden llegar a descapitalizarse con esas desorbitadas retribuciones, como puede sucederle lo mismo a esas otras entidades de crédito –y a otras muchas, de todo género-, donde no coincidan lo ganado con lo cobrado por “los directivos”. Cada vez que oigo decir que vivimos en socialismo, en un Estado donde hasta existe un Ministerio de Igualdad, o para la Igualdad, me asombro de que haya personas, sobre todo políticos, que puedan creérselo. Lo de la igualdad. Y lo del socialismo. Yo, sigo esperándolo. También digo que “el igualador que nos iguale, buen igualador será”.

- Esto es puro capitalismo, José María –me dice sentencioso Polidoro-. En un régimen socialista, se trabaja para vivir, unos con mayor holgura que otros, como siempre ha pasado y pasará, pero todos iguales ante la ley, sin necesidad de Ministerios Igualitarios. Ahora, todo el que puede -y más puede quien más “directivo” sea o más alto cargo ocupe-, trabaja para enriquecerse, pero no a lo largo de una vida de trabajo y economía, lo clásico, sino en cuatro días, y a ser posible en menos tiempo aún, con un pelotazo a tiempo, alerta a la ocasión.

- Seguramente tienes razón, Polidoro –le contesto-; todos queremos vivir por encima de nuestras posibilidades, y, lo que es aun más reprobable, por encima de nuestros merecimientos; afanes, que si son dignos en parte, no lo son en cuanto perjudican a tercero, bien sea este tercero un cliente, un depositante, un mutualista, un empleado, cualquiera, al que se le mermen sus derechos y seguridades, amen de sus intereses. Para una vida tan corta, no son necesarios tantos millones, sobre todo si resultan injustificables, cuando no vergonzosos. Para mí, lo de izquierdas y derechas, es una filfa. No son las ideas las que dividen a los hombres, sino su modo de vivir. Que un señor con yate y avión privado, por ejemplo, me diga que es de izquierdas, me desternilla de risa. Y que un honrado padre de familia, que no sabe como llegar a fin de mes con lo que gana, me diga que es de derechas, me desencaja la mandíbula a puras carcajadas. No hay hombres de izquierdas y hombres de derechas; hay ricos y hay pobres, y además existe una honrada clase media, la que siempre sale peor parada en todos los casos, mande quien mande. ¿Cuál es la otra noticia que me traes, amigo Polidoro?

- La más chunga, José María, la del pelapollos entre el Presidente del Banco de España y tu paisano el Ministro de Trabajo –mejor dicho, al revés-, con motivo de las pensiones presentes y futuras. El primero dice que peligran las futuras; el segundo asegura lo contrario. Me recuerdan ambos la polémica sostenida hace poco más de un año entre el ministro Solbes –apoyado por el Gobierno en pleno- y el economista Montoro, sobre la crisis económica en ciernes. El uno la negaba, el otro insistía en ello, y al final ya vemos donde estaba la razón y la verdad. A la vuelta de la esquina.

- Ya sabes tú, Polidoro, cual es mi punto de vista en este asunto de las pensiones, lo hemos hablado muchas veces. Solo debe existir una Seguridad Social, común a todos los ciudadanos, sin excepción alguna. Todo trabajador, por cuenta propia o ajena, tiene que tener los mismos derechos y obligaciones, empezando por la de estar afiliado y cotizar conforme a su sueldo, y acabando por percibir una pensión al término de su vida activa, pensión que se determinaría en función de los años de cotización y de las cantidades ingresadas durante los últimos veinte años. Dejando a un lado a la valiente y sufrida clase de los trabajadores autónomos, de todas las especialidades, amen de a los funcionarios con mutualidad propia, todos los demás somos trabajadores por cuenta ajena, lo mismo el que trabaja en una empresa privada que el que lo hace en la pública, y tan empleado es el operario de la Nisam, por poner un ejemplo, como el concejal, alcalde, consejero autonómico, diputado, senador, eurodiputado, ministro, etc., que trabaja –se supone que lo hace- para el común de los ciudadanos, ya estén representados por una institución municipal, autonómica o estatal, lo mismo da. Mientras dure su elección, es decir mientras cobren dineros públicos, debieran estar dados de alta en la Seguridad Social, obligatoria y común para todos los trabajadores por cuenta ajena, (también para los trabajadores autónomos que no acrediten estar afiliados a una mutualidad propia), y sujetos a las mismas leyes sobre prestaciones de enfermedad o jubilación. Eso de que a un trabajador se le exijan 35 años de cotización para cobrar la pensión, y de que a un político, si es ministro le baste jurar el cargo para tener derecho al 80 % de la pensión máxima, aunque lo cesen a los dos días, y si sólo es diputado (aunque sea autonómico) o senador, le baste con 8 años de presencia en las Cortes para tener derecho a la pensión máxima, eso podrá ser todo lo legal que se quiera, pero es una inmoralidad en un régimen que presume de socialista y que además tienen un Ministerio para la igualdad de los ciudadanos. ¿Dónde está la igualdad? Si todos, sin excepción alguna, cotizáramos a la Seguridad Social con arreglo a lo que ganamos –o cobramos-, y todos nos jubilásemos en las mismas condiciones y exigiéndosenos los mismos requisitos, otro gallo nos cantara. De no ser así –y no lleva camino de serlo-, no me extrañaría nada que, para poder salvar la quiebra del sistema, tuviere que posponerse la fecha de jubilación, que prolongarse los años de trabajo de los que no somos ministros, ni senadores, ni diputados, ni otros privilegiados que vienen a quebrar, con sus regímenes especiales –por ellos y para ellos mismos dictados-, la deseable igualdad entre todos los ciudadanos.

La otra noticia que te traigo, José María, es de ayer, día 18, que recoge la propuesta de IU, de establecer un salario máximo interprofesional, ya que «para Cayo Lara, de igual manera que el Estado nos dice que una familia puede vivir con 624 euros de salario mínimo, también debe haber un techo a la hora de cobrar». Parte de razón tiene, habida cuenta de los incomprensibles cobros de algunos “directivos”, pero es propuesta de difícil cumplimiento. Las leyes, no sólo han de ser justas, sino además posibles. A nadie se le pueden coartar sus ambiciones, aunque resulten desmedidas. En eso consiste la libertad, en respetar a los demás en el ámbito de sus particulares decisiones y proyectos. Otra cosa sería que IU, o cualquiera con convicciones parecidas, exigiera del Estado la implantación de un sistema fiscal justo, que viniere a gravar con una escala de tipos más amplia, y más justa, las rentas personales. Esa es la verdadera justicia distributiva, dar a cada uno conforme a sus merecimientos, y exigir de cada uno conforme a sus ingresos. ¿Pero quién le pone el cascabel al gato? El sistema tributario actual me parece ridículo. A partir de 52.360 euros anuales de ingresos, es decir de 8.711.971 pesetas/año, las cantidades percibidas en exceso de esa cantidad deben tributar por el Impuesto sobre las rentas de las personas físicas al 43 %. ¿No sería más lógico establecer mayor número de escalas, por ejemplo del 20, 30, 40, 50 por ciento, y así sucesivamente hasta llegar a escalas de hasta incluso el 80 ó 90 por ciento para los tramos superiores, cualesquiera que éstos fuesen? Lo que desde luego no es lógico es que quien gane 52.350 € anuales empiece a tributar al 43 % por todo lo que exceda de esa cantidad. Los tramos contributivos debieren ser establecidos de 25.000 en 25.000 euros, hasta cierta cantidad, por ejemplo hasta 100.000 euros; luego, de 50.000 en 50.000 euros, debiendo tributar progresiva e independientemente cada tramo, hasta llegar en los últimos, a esa tributación del 80 ó 90 por ciento, que no estimo ningún disparate. ¿Qué importa que el número de tipos se multiplique? ¿Por qué dejarlo reducido a los cuatro tipo actuales, y que toda ganancia superior a los 52.360 €/anuales (8.711.971 ptas/año), tribute al 43 % actual? Ya sé que mi propuesta no es de las que ganan votos, sobre todo entre las clases privilegiadas, pero no por eso deja de ser justa, pese a quien pese.

No andas descaminado, Polidoro, creo yo. Que nadie se ofenda por nuestros –de Polidoro y míos- proyectos legales “en socialista”, pues no está en nuestro ánimo ofender a nadie, sino simplemente ofrecer ideas, tal vez aprovechables, para mejorar este puñetero mundo. No es tan difícil. Basta pensar más en los demás y menos en uno mismo, y menos aún en el dinero, aunque uno sea importante “directivo” o insigne político. Ahora, cuando oigo a alguno –y sobre todo a alguna-, afirmar que las pensiones futuras están aseguradas, me queda la duda de saber si se refiere a las de todos los ciudadanos o solamente a las suyas, que bien se cuidaron ellos de asegurarlas con leyes especiales. Y ya se sabe que la ley especial solo se justifica en ausencia de una ley general. Y ésa, la del Régimen General de la Seguridad Social, ya la teníamos, para todos, sin excepción. Todos, de ser verdaderamente socialistas, cabíamos en ella.


José María Hercilla Trilla
Salamanca, 19 Abril 2009



(Publicado en www.esdiari.com del 28-04-09)

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